VIOLENCIA A LA MUJER ATRAVES DE LOS HIJOS

 


AUDAZ


Esta historia es otro testimonio real de una adolescente, que sufrió en silencio, el miedo y el maltrato producido por su propio padre.


Fui una niña muy inocente, sentía que mi padre era el mejor del mundo, jugaba con mi hermana y conmigo, era cariñoso, atento, a mi parecer era “buen padre”, aunque con sus diferencias y enfados un tanto peculiares. Tenía unas normas un tanto diferentes, pero pensaba que simplemente era un maniático. Piensas que todos los padres son así y normalizas todos sus actos. Pero cuando visualizas al resto de los padres, sobre todo el de mis amigas, te das cuenta que es diferente, que el no es normal. Llegué a sentir envidia de mis amigas por la relación que tenían con sus padres, el mío, conforme fui creciendo, se volvía más egoísta, solo miraba para el mismo, no le importaba nadie más.¡ Me sentía discriminada!...

Para sentirme mejor, comencé a relatar a mis amigas, actos que creía normales, como llevarme al dentista… Necesitaba tener la sensación de estar integrada en el grupo.


Todo esto me hizo estar rara, no sabia que me ocurría, lo que si veía es que había muchas diferencias con el resto de mi círculo de amistades.


Y llegó el día en que empecé a entender lo que ocurría…


Era un jueves noche, me encontraba durmiendo, cuando sobresaltada… me despierto. Oigo una fuerte discusión entre mi padre y mi hermana. No era una de esas discusiones que solían tener, todo parecía más fuerte y agresivo. Asustada, metida entre las sábanas, presto atención a todo lo que estaba ocurriendo. Entonces, comienzo a escuchar ruidos, me levanto y me acerco a la puerta del pasillo, para poder así oír mejor, lo que sucedía. Suenan unos pasos acercándose donde yo me encuentro. Corro hacia la cama, me acuesto y disimulo que estoy durmiendo. Es mi madre, venía a comprobar que no me estaba enterando de nada de lo que estaba sucediendo en el salon. Me besa en la mejilla y cierra la puerta tras de sí , convencida de que yo estoy plácidamente dormida.


Siguen los ruidos, pero esta vez, son más agresivos, no eran los típicos puñetazos a las paredes o puertas, que mi padre solía dar cuando se enfadaba, sonaba más como a cristales rotos. Me arme de valor, levantándome y dirigiéndome, de nuevo, hacia la puerta e incluso me atreví a abrir un poco para ver lo que sucedía. De repente vi volar un sofá por el salón, cristales rotos en el suelo e incluso, uno de los cajones de la cocina roto encima de una mesa. Me asusté bastante y corrí, de nuevo, hacia la cama, para esconderme de todo aquel horror que estaba sucediendo a escasos pasos de mi.

Comenzaron las amenazas de él hacia mi madre y hermana “Voy a llamar a la policía”, decía él, respondiendo mi madre, que ella sería la que lo haría. Conforme oía todo aquello, más me sumergía entre las sábanas , tapándome los oídos para así no escuchar todo aquello. Aterrada y llorando, no se como, caí rendida, quedándome dormida, sin apenas darme cuenta.


Nunca supo, nadie, que había vivido aquella experiencia, siempre la he ocultado.


Después de vivir todo aquello, yo cambié. Me volví introvertida, en cuestiones de expresar mi ira contra mi padre, pues le cogí miedo a sus reacciones contra mi. Ya no volvió a ser nada igual, se me fue la inocencia en aquella noche fatídica. 

Comencé a autolesionarme sin que nadie percibiera mis lesiones. Aprendes a esconder tus heridas y disimular tus sentimientos.


Todo en casa siguió igual, las discusiones, peleas, voces en alto… y yo fingiendo que no me enteraba de nada y que no me afectaba, aunque siento que me equivoque, porque, sigo sin saber expresar mis sentimientos por MIEDO. 


Conforme crecía, mi padre fue a peor, comenzó a meterse con mi físico, mi pelo, me decía que era una vaga,... nada de lo que hacía estaba bien hecho. Cuando atacaba a mi madre, no era capaz de defenderla, me sentía muy inferior a él, el MIEDO podía conmigo.


Pasaron los años y por fin mis padres se separaron, consiguiendo así, tener un hogar SEGURO Y FELIZ.

 

Mi madre me llevó al psicólogo, para que viera si estaba bien, pero yo estaba tan metida en mi papel ya, que no conseguí contarle lo que me pasaba realmente. Ahora, en mis catorce años, una de mis mayores inseguridades es ser igual o simplemente, parecerme en algo a él.


Hoy en día, cada uno vive por su lado. Nos vemos lo justo, osea, poco. Tampoco es que le interesamos mucho.

Ahora ya me siento capaz de poder enfrentarme a él, volviéndome una fiera defensora de mi MADRE Y HERMANA. 


Ya no le voy a consentir, que siga atacando a las personas mas IMPORTANTES de mi vida y menos aun, cuando el ya NO ESTÁ en ella.


















Si necesitas ayuda, escríbenos a mujeresconnombre@gmail.com  te acompañaremos , asesoraremos y mediaremos por ti. NO ESTAS SOLA

Comentarios

  1. Jolin como le hace daño a nuestros hijos la situación, y no sabemos ayudarle en su momento 😔

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER: CARTA A UN MALTRATADOR

RELATO REAL SOBRE EL MALTRATO HACIA LA MUJER. MENTIRAS OSCURAS

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER MARIPOSA VIOLETA